domingo, 27 de agosto de 2006

Caracterizando la maldad

Por Alfredo Triff

El gran dictador, de Charlie Chaplin, termina de producirse justo después de la invasión de Polonia por el ejército alemán. Si bien Chaplin dijo una vez que si hubiese conocido las atrocidades de los campos de concentración no hubiese hecho la misma película, no es menos cierto que el filme ha inspirado a realizadores como Mel Brooks, Woody Allen y Roberto Begnini, entre otros. El origen de la cinta tiene que ver con la historia de la fotografía del siglo XX en ese rol ambiguo de moldear identidades. Fue Igor Montagu (asociado de Sergei Eisenstein), quien habría enviado a Chaplin una copia de un libro de fotos titulado Juden Sehen Dich an (Los judíos te miran), donde el gobierno nazi humillaba a la cultura judía. En el libro había una foto del propio Chaplin, debajo de la cual podía leerse: “El diminuto y bufo judío, tan repulsivo como aburrido.” El gran dictador tiene niveles magistrales de mimetismo: Cuando Chaplin encarna al barbero judío -quien a su vez, alude a Charlot, alter ego del actor. O la caracterización de “Furor” Adenoido Hynkel dictador de Tomania, en su despacho, ejecutando el célebre ballet del globo mapamundi (frente al estandarte de doble cruz, acompañado con música de cuerdas del propio Chaplin). En el discurso final del barbero, Chaplin dice: “Lo siento, ser emperador no es mi profesión. Quisiera más bien ayudar a la gente: judíos, blancos negros, gentiles... Debemos vivir de la felicidad del prójimo, no de su miseria”. Esa alocución universalista de Chaplin pertenece, en 1940, a un capítulo inconcluso (se dice que Goebbels, el ministro de propaganda nazi, vio la película). El gran dictador se estrenó en Londres bajo el bombardeo de los alemanes. A destiempo, Chaplin dio aliento a un episodio torcido de la modernidad: La inocencia no tiene sentido sino hasta después de la resolución del conflicto... uno que no ha terminado, sólo que bajo otras banderas y en otra latitud. No puede haber Edén con bombardeo de inocentes en el nombre de Dios.


3 comentarios:

jr dijo...

"Si hubiera tenido conocimiento de los horrores de los campos de concentración alemanes no habría podido rodar la película: no habría podido burlarme de la demencia homicida de los nazis; aunque, estaba decidido a ridiculizar su absurda mística en relación con una raza de sangre pura".

Charles Chaplin, Memorias (1964)

Alfredo Triff dijo...

JR, buen dato. No se si eres de esa epoca de "ediciones hurancan", la llamabamos porque las paginas de los libros volaban. Uno de los libros de la coleccion fue la biografia de la vida de Chaplin.

jr dijo...

Encuadernamiento precario y papel de desecho. Pero aún así las Ediciones Huracán nos puso en la mano a clásicos como Balzac, Víctor Hugo, Zola, Dickens, Gallegos, Quiroga, Galdós, Tolstoi, Pushkin, Dostoievsky...Por cierto, me encabronaba mucho al cotejar El Idiota de Huracán con otras ediciones prerrevolucionarias o extranjeras y ver la cantidad de veces que se censuraba la palabra Dios.