miércoles, 31 de agosto de 2005

El matador de grasa


Por Alcides

Este soy yo. No estoy frente a las cosas sino entre ellas. Me vuelvo luz. Sigo esperando que me recojan. Buscamos la esperanza, la explicación de todo, miramos la vaca de dos cabezas. Lo estoy cantando. Vuela bajito, como en una canción, lo que importa es la pérdida de la forma. Me alejo un día antes, recapitulo, vacío la lata. Por un rato soy yo, ya que las cosas viven en el tiempo. No tengo que pedalear hasta Arroyo Arenas: tengo que recordarlo. (...) Me la aplicó para que levantara castillos de aire, para llenar de fenómenos el vacío. Entre sus piernas soy verdadero, hago la obra. Me pone en una ciudad o fuera del mundo, procura una mujer y la hace brillar delante de mí. La veo pero no sé dónde está. La muerte es difícil por su descripción. (...) Puedo estar vivo, como esos monos que son siempre uno, o como el oso: vida sin elementos. Puedo estar vivo. En el zoológico no me preguntan nada: vida sin elementos. (...) Medicina de ricos, aparición pública de mi mujer. Debo mirar a través de las cosas. Si el animal puede resistir, se sube al Monte Real, describe Sensuales, repara en las nubes de este mundo. Debo mirar los átomos, medicina de nadie, ser compañía de las hormigas. (...) Me guardé de tu vista recordando la Poza de Quetzalcoatl. La calle se nos acaba en un punto y amor es eso: otro cambio en el nombre, la bobería mientras retiran la mesa. Miracle Mile es un reproche, un nudo, y la mesa vuelve a estar limpia. Vértigo Ocasional es tu nombre. (...) No sé en qué dirección voy a caer, si van a devorarme las sombras. Abrí la caja negra: saltaron los espíritus y se mezclaron. No sé en qué dirección me van a cortar. Baila mi muerte. Baila el cielo. (...) Here, Le Patch, El Matador de Grasa. Hemos pagado por la televisión, al describir todo: twice, Le Patch; here and twice. Hemos pagado por el derecho: una fraternidad del Bronco, una fraternidad del DTC.

martes, 30 de agosto de 2005

Tumiamiblog se solidariza con el sufrimiento de la población de la ciudad Nueva Orleáns y todo Mississippi.

Mi ruta mercenaria


Por Fernando García

Queridos amigos y otros que no son tan amigos de este respetado blog. Escribo en este espacio pues es el que más me gusta. Gracias a esos que utilizan mi gastado nombre en este blog, para mal o para bienmal, y que en lugar de irse para un gogó, un partido de los Marlins, o buscarse alguien que les ponga el satélite por la izquierda pa’echarse el Playboy Chanel, o dar una vuelta por la playa, pierden su valioso tiempo. Viví en México un par de años, tengo influencia de Robert Rauschenberg (lo conocí y trabajé con él en La Habana). Ahora tengo la suerte de conocer y ser amigo de uno de los artistas que más respeto, Pedro Vizcaíno. Junto a los pop, también me golpearon de una manera u otra algunos de lo hiperrealistas --corriente tan contradictoria como mal interpretada. El hiperrealismo pone especial énfasis en la sobreabundancia de las imágenes fotográficas de nuestra sociedad de consumo. Esas imágenes son mi “merde d'artiste”. Admiro la ambigüedad, que es el vicio de las palabras. La mezcla de todo, el ajiaco visual. Me pesan las vallas de la I-95, el anuncio de la Hitachi en Times Square, las paredes llenas de residuos de letreros y posters, la carpintería artesanal de Puebla, las herramientas y los materiales de Home Depot, los catálogos de Victoria Secret y las locas del Solid Gold y las bailarinas del Mikimbín. Soy un vulgar ladrón de imágenes. Nací en Puerto Padre, residí un par de años en Holguín, pero al ver lo que prometía esa ciudad, metí tremendo patín y pedí asilo político en la capital. Pinto cuando no tengo nada mejor que hacer. Lo que hago lo considero vacío, pero con la venta de una pieza pago el mortgage del gabinete, para que no me falten la yerba, el alcohol y mis otros vicios. No me considero un guerrillero de la estética o la melancolía; simplemente un mercenario.

lunes, 29 de agosto de 2005

¿Maricón de cuna?

Por Ermigio Benveniste

Tomás y Patrick, dos gemelos idénticos: A los 5 años, en víspera de Halloween, Tomás dice que quiere ser un monstruo, Patrick ansía ser una princesa. Lo que sigue es como una escena de la película Ma vie en Rose. La mamá se chokeó con la cosa pero dejó a Patrick “evolucionar” por sí mismo. El niño siempre jugaba con muñecas y muchachitas --nunca con niños de su edad. El año pasado, un maestro llamó a la señora para decirle que Patrick estaba causando problemas en el aula. “Dice que es una niña” le dijo. Don’t worry, lo de Patrick tiene nombre, se llama: “no-conformidad con el género” o NCG. Para una diagnosis adecuada debe probarse todo un comportamiento de rasgos e intereses femeninos duraderos. Una investigación reciente sugiere que Patrick será homosexual. Aclaro, no todos los hombres homosexuales muestran conductas necesariamente femeninas cuando son jóvenes. La investigación indica que de los muchachos que exhiben CGN, el 75% por ciento serán gays -o bisexuales. Pero lo fascinante es que Patrick y Tomás son gemelos idénticos, casi clones genéticos. Desde la salida del útero, su ambiente fue idéntico en todo. Antes de hablar, uno de ellos mostró rasgos marcadamente femeninos, mientras que el otro parecía “normal”. ¿Maricón de cuna? Sí, ¿y qué? Lo genético es profundo –sólo comenzamos a entenderlo. Por otra parte, el desarrollo cultural es también importante. Recuérdese que la homosexualidad fue eliminada como “enfermedad” de los libros tan sólo en 1973. En 1991, el neurocientífico Simon LeVay encontró una diferencia entre los cerebros de los hombres homosexuales y heterosexuales. En 1993 por primera vez el doctor Dan Hamer (investigador de Harvard) habló del “gene gay”. Hamer encontró que el hermano gemelo de un homosexual comparte una región específica del cromosoma “X”, llamado “Xq28” en una proporción más alta que los hombres gay. Los enfoque de las investigaciones se inclinan al lado biológico. Y la ciencia seguirá su curso.

domingo, 28 de agosto de 2005


Foto de Pedro Portal

Entró a la mar

Por Ernesto Díaz Rodríguez

"Desnuda entró a la mar,
en el país de las maravillas.
Viendo las olas caracolear,
creía la niña
que eran yeguadas verdiazulinas".

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sábado, 27 de agosto de 2005

Topes de Collantes



Por Rafael Fornés

Este reloj de sol en Topes de Collantes (1988-1990), fue diseñado en colaboración con el artista húngaro Gyory Olajos. La obra surgió como solución al "terrain vague" creado por el triangulo remanente entre el edificio de admisión y el sanatorio art decó de Rafael de Cárdenas (con la Sierra del Escambray como telón de fondo). Se contrataron a dos maestros albañiles especialistas en terrazo para la ejecución de los dibujos. Con vistas excelentes desde sus habitaciones, el sanatorio tiene 9 pisos, con una extensión de 200 metros. El proyecto fue concebido como un muestreo de la utilización de piedras naturales, las puertas de acceso y bancos. Escogimos el "beton brute" con motivos configurados por los encofrados de madera. El reloj sigue el trazado de una mándala; un primer anillo tiene lajas extraídas de los alrededores, le sigue un segundo anillo con chinas pelonas de trinidad, el cuerpo central es de terrazzo (conocido popularmente como granito), realizado con piedras de mármol de diferentes colores y regiones del país (las canteras de Pinar del Río, Isla de Pinos, Las Villas y Oriente). El reloj ofrece la hora solar, con una diferencia de 20 minutos con la que rige el territorio nacional --basado en el meridiano de Yateras en Guantánamo. Las fotos son de una visita que hice en el 2001; once años mas tarde y aún está en perfecto estado --sin mantenimiento.

viernes, 26 de agosto de 2005

Gracias, Katrina


Por tumiamiblog

Buenos días Miami. Espero que todos en blogolandia estén bien. Katrina abrazó nuestras costas con amor de juventud, a primera vista con Miami. Sus caricias pluviosas, sus soplos profundos, dejaron a no pocos sin luz y sin techo. Comparto mi propia experiencia en tres actos. Primero: El fluido eléctrino nos abandonó (en esta sección proletaria de Coral Gables) exactamente a las 8pm, mientras componía un sofrito para una pasta. El vino tinto estaba presto. Cambio de plan: el tomate sans piel de la pasta acaba en las tapas de una baguette con lonchas de queso parmigiano, añicos de aceitunas negras marroquíes y tirillas de cebolla. Segundo: Velas de incienso y ventanas abiertas invitando al viento, osmosis con la natura. ¡Ah, no! ¡Aún tengo el celular! Aprovecho para llamar a Soler; su voz amiga me cuenta las incidencias del día (post en tumiami incluído) y una que otra mata de caimito derribada en su jardín por la furia katrinesca. Dice mi compañera: “Estamos fuera de contacto con el exterior”. En efecto, vivo sin TV, con sólo el radio de mi carro y la fragilidad del espacio cibernético. La de ayer fue una noche especial, en semioscuridad de preconciencia, con tecnología en mutis. Tercero: La pareja platica en la cama, con humo y lánguida fluorescencia. Lo crucial es recuperar el tiempo perdido. Merci, Katrina.

jueves, 25 de agosto de 2005

Envidia...


Ilustración y texto de Luis Soler

Se tropezará con la envidia seguramente a primera hora de la mañana. Le tomará tiempo recuperarse del trastazo y su primera reacción será sin duda la pendencia. Evité actuar con ira. A mí me pasa a menudo y siempre meto la pata pues razón y ira no son compatibles. Si eres víctima de la envidia, seguramente parecerás que tienes el mal de Parkinson y no debes reaccionar hasta que te enfríes. Y ni se te ocurra poner en la radio uno de esos programas de alto nivel de popularidad; eso te aumentará las ganas de pegarle a alguien y la violencia no es buena. Te caen arriba pacifistas confundidos y te hacen talco. Muchos son falsos intelectuales, pero tienen argumentos prefabricados --muy buenos-- y si te ven violento no supondrán que eres victima de la envidia, sino que te quieres ir a Irak a matar. ¡Ah! Si te tratas de defender parecerá que estás en contra de la paz y puede ser que, en nombre de esta, hasta te peguen, te linchen. Serás el escogido de la peor envidia al mediodía, cuando los calores del trópico causan estragos en la conciencia y la bloquean. Entonces la gente habla por hablar y les hace daño al azar. Te ponen junto a los jugos gástricos que se pudren con facilidad a esas horas cuarentipiconas de celsius, y vas a sucumbir en un largo camino hacia el rectus. No reacciones, mantente sosegado y firme. Políticamente correcto. No blasfemes, que pierdes tú. Recuerda que por lo general andas solo, o con buenas compañías (gente decente) y estás en desventaja numérica. Ellos, los envidiadores van en piñas, en grupitos de poder y son muchos. Anda siempre con cuidado en el crepúsculo, a esa hora se acaba la claridad y una tonalidad naranja --como el modernismo-- nos despoja del contraste. A esas horas ellos no se reconocen ni entre sí y suelen tirar a matar a como de lugar. Aléjate, toma la otra esquina, aprende a reconocerlos. Son pequeñitos, aduladores, mediocres, payasos... y se ríen, se ríen…

miércoles, 24 de agosto de 2005

La bombita (para Anon y Mous)


Por Amílcar Barca

(Lo había predestinado mi mamá al nacer que, “aquello”, sería mi mejor virtud). Rosita siempre sugería abandonar la aritmética para poder jugar a enfermos y enfermeras. Durante la pubertad, la mostraba en círculo entre mis compañeros, al calor de la noche. En la clase de religión, caminé hacia el Opus Dei para arrepentirme, para redimir mi lujuria; orando de rodillas, con un crucifijo de plata entre mis manos. Un afamado pianista que tocaba el órgano en la parroquia, necesitado y solitario, me sugirió ensayar con el mío. La señora Guzmán, mi profesora de literatura, no asumió dudas y accedió (me indicó que tenía una mancha amarillenta en el pantalón).“¡Hace feo! Yo se la sacaré. No le vaya a reñir su mamá cuando la vea”. Untadas de aceite, Ágata, con sus manos blanquecinas entretenían mi prepucio y lo cerraba como una cúpula... y yo arrastrando siempre aquella longitud: en mis clases de la universidad, en los urinarios públicos, en las fiestas de verano, en los sofás de cualquier pub. Yo buscaba el triunfo de mis atributos, una merecida egolatría en cada relación. Pasados los años, me encuentro en el Burke’s Motel con mi amante. Hoy, Marilyn, bombea sin escrúpulos mi prótesis junto al escroto. Se arrodilla frente a la pantalla del televisor donde una felación de actores se consume, y yo, mientras el coito se cumple entre sus nalgas, recuerdo las manos de Ágata, cuando el azúcar en la sangre era inferior al permitido por el médico.

martes, 23 de agosto de 2005

Carta desde Miami

Por Carmen Díaz

Me he acostumbrado a hablar sola, conduciendo el auto, acompañada por mis fantasmas. Le Jeune nace en el mar, en un barrio residencial de mansiones. Algunos le llaman Cocaplum, poniendo en entredicho a algunos de sus moradores. Nuevos ricos se mezclan con la vieja alcurnia criolla; la dama de los aceites y shampus de labana comparte sus tardes con viejas amigas. Si hubiera habido ingenios en Cuba como dueños en Miami, nuestro país hubiera sido más rico que Europa. El portón se abre en una plazoleta donde unos enormes zapatos de bronce recuerdan a un poeta colombiano. Te encantaría jugar aquí; las flores son tan lindas. La calle se estrecha a la sombra de los árboles y renace con brío citadino en un pueblo que nombra sus calles con dudosa ortografía castellana. Viven algunos americanos. Hasta hace poco la membresía del club de golf de la ciudad estaba reservada sólo para blancos. Bellísimo barrio de Miami que no se parece a ningún pueblecito español, a pesar de los esfuerzos de sus fundadores. Entonces los mercaderes de autos corrompen el entorno con sus aires mundanos y, más al norte, el Aeropuerto Internacional, donde cada minuto aterriza o despega un avión. Buscando el norte, la avenida se vuelve obrera de la aguja, adentrándose en otra ciudad que progresa al estilo del Marianao republicano. Aquí hierve el enclave, sólo se habla español. Aquí se “jalafactoriaporculpadefidel”, se cultiva la nostalgia. Entonces la avenida se quiebra por otro pequeño aeropuerto, viejos hangares abandonados y hasta una universidad. A esta altura la ciudad es afroamericana; las casas pobres y descuidadas. Los cuarenta ladrones caminan por las calles del pueblo. Por último, la avenida se pierde en un barrio “integrado”, donde comparten cubanos, dominicanos, afroamericanos, portorriqueños...you name it. Los sábados hay bembés y toques de santo. Los orichas viven en casa de los pobres. Te hablo, te hablo, te hablo. Por las noches te sueño. Una y otra vez nos despedimos. A veces en el andén de un tren, otras en la ribera de un río. Siempre igual. Vamos las dos de la mano y oigo tu voz.

lunes, 22 de agosto de 2005

El diablo y la capa


Por José Peralta

Hay mucha gente que no quiere hablar del diablo -- o que no cree en él. En eso pensaba yo hace unos días camino a Vancouver, Canadá, a donde asistí a una conferencia sobre el Fausto de Goethe (basada en la famosa leyenda del hombre que hace un pacto con Mefistófeles, a cambio de placer, y de una experiencia más abierta con la vida). Los dos días que duró el encuentro—el literario, no el mío con el diablo-- se habló mucho del problema de la falta de fe del hombre moderno, de la necesidad de rencontrar la divinidad. Pero como dice Santa Teresa de Ávila, a Dios hay que buscarlo “entre los pucheros de la cocina”, y a mí en Vancouver lo que me vino a la mente fue el rostro que le vi a Miami la madrugada que iba para el aeropuerto en el bus. Pues resulta que mi guagua (la número 17) no llegó a las 5:04 am como aseguraba el folleto de horarios del Metro. Y hubiese perdido mi transferencia a la ruta 24, si ésta también no hubiera llegado tarde a su respectiva parada. O sea, que de no ser por estos dos desfases de horarios, casi se me va el avión. Una empleada de hotel que esperaba conmigo en aquella oscura primera parada del northwest me dijo desesperada, “¡Al diablo con estas guaguas! Es el Miami sin glamour que no ve casi nadie... el de la gente que no tiene carro para ir al trabajo”. Y continuó, “...y de los políticos que prometen arreglar la cosa pero después de las elecciones no hacen nada”. En Vancouver, mientras trataba de concentrarme en las consecuencias metafísicas del pecado de Fausto, recordé las ojeras tristes de aquella mujer, bajo la luz eléctrica y fría de la guagua. Y le agradecí a Mefisto que me mostrara esa cara oscura de la Ciudad del Sol, con el vuelo de su capa.

domingo, 21 de agosto de 2005

La imagen no puede morir



Alejandro Robles

Las uñas no saben que hemos muerto, delicada fabrica del cuerpo que no termina con la vida. Las mujeres dejan crecer sus uñas. Y sus uñas crecidas o artificiales, reales o fingidas ¿no forman parte de su irrefrenable juego de ilusiones y de apariencias? La mujer es sobre todo imagen y sabe que como imagen no puede morir. Tal vez por esa razón, deja crecer sus uñas, las perfila, las embellece, las barniza, las muestra ostentosa, como si ya viviese más allá de su propia muerte, más allá de esa muerte que es -en virtud- imposible.

viernes, 19 de agosto de 2005

Sin condimento

Por Alcides

Cuando estuvo en la calle su peor enemigo fue la autocompasión. Llegó a sentir los clavos de Cristo pinchando sus manos y pies mientras caminaba por la 8, pensando solamente: “Cojone’, qué hambre”. Ese esfuerzo sobrenatural por retener el aspecto, el feeling de la comida, le fue inutilizando zonas valiosas de su cerebro, antologías muy ordenadas, profiles. Por mantener el vivo recuerdo de un sabor, olvidaba caras de amigos, nombres, fechas, calles y pueblos enteros. Se hizo invisible para el prójimo (a nadie le gusta ver gente fea), lo cual tiene ventajas y desventajas. Se fue acabando su representación y apareció su ser básico, el reptil que sabe lo que hace, aunque sea un baby. Ni siquiera sus mujeres heroicas pudieron ayudarlo, pues no las veía, habiéndose quedado en otro reino lo que le inspiraron. Anestesiado y santo es casi lo mismo. Las ideas cedieron espacio a las sensaciones. Lo único que hacía era echarse por ahí a anotar cosas (“Vivir en sociedad es comer y cagar entre animales que sienten como tú, pero si las bocas no se encuentran, si no sudan trabajando con el tamal, frente a frente, tampoco se rozan las palabras”). Se nutría de la vitalidad cósmica y de los vapores que salen de El Exquisito. Y cuando se acostumbró a no comer, a la soledad grande, entonces y sólo entonces se murió -igual que el caballo del isleño: suavemente. Tuve la honra de acompañarlo en su tránsito y anoté sus últimas palabras: “Let me have a big order of fries”.

jueves, 18 de agosto de 2005

Nuevo tratado del cuerpo


Por Manuel Sosa

Hasta donde yo sé, nadie me ama tanto como yo me amo a mí mismo. Esta certidumbre aguarda tranquila, muy cerca de la superficie, sin inquietarnos. Y a nadie declaramos tal verdad, pues gastamos casi todo el tiempo en proclamar nuestra idolatría a los del círculo que pretendemos fabricarnos en derredor. Falso amor, por ser remunerable, por ser ilusión. Al final, no pretendemos gratificar a nadie: sólo a nuestros hambreados cuerpos. Pero un día la superficie bulle, y la certidumbre de amarnos nos lame los pies. Yo he roto el estambre. He estado en el grupo de arrancada, pero ya tenía el alma sobrevolando la meta. Tanta distancia que recorrer, tanta ilusoria fuente para seguir sedientos. No más acertijos o cortejos. Yo he aprendido, muy recientemente, a abrazarme a mí mismo: unas palmaditas de aprobación, luego un cerco que me aprieta con más y más fuerza. Es un abrazo auténtico. Mis manos recorren mi espalda, me acarician los ángulos que nadie jamás descubrió. Sucede que ya sabía acariciarme, pero esperaba a que otras manos hicieran el trabajo. Aquellas mujeres se afanaban, me sacudían y escudriñaban en mis ojos muertos por ver si resucitaba. Y aquello era bueno, y manso, y valía la pena transcribirlo en ciertas páginas. Mis mujeres recordaban las fórmulas, para renovarlas en alguna que otra ocasión. Pero mis ojos seguían atravesando un páramo. Tuve que reencontrar el sendero. Hoy son mis manos y mi boca. Me abrazo largamente, me consuelo y me digo las ternezas que mis pobres mujeres intentaron sin suerte. Me arropo y me beso los hombros. Me recorro con lentitud, me sobo los testículos y me aferro al bálano, mi propio mástil. Hay algo diferente en estas manos. Ayer eran simples herramientas, pero ahora conocen. Una noche latente, como esta pasión que me baña y me conmueve. Yo soy el gran secreto que perseguía en días de inocencia. Yo soy mi gran amor, mi redención suprema.

miércoles, 17 de agosto de 2005


El Versailles

Un tabaco en el Versailles

Por Marcia Morgado

Versailles. Doblar izquierda cada día exige más tiempo y osadía que el regreso de Ulises. ¡Al fin! Busco un espacio en medio de las máquinas y maquinadores. La gritería. Los periodiquitos, los políticos, los patriotas. Y los que como yo, sólo buscan un buen cafetazo. Como van los feligreses a su iglesia, siempre que regreso a Miami acudo a Versailles. La primera de varias paradas de rigor en el peregrinaje de una cubana al margen del exilio oficial. Exiliada que, de tarde en tarde, recula hasta la meca del grotesco cubano para in-o-cularse contra los infrecuentes ataques de la nostalgia –palabra tan sobada—que golpean. Sin motivo específico. El olor a café con leche o el sabor de un pastelito de guayaba. Cualquier cosa puede desatar el deseo de pasear por la Pequeña Habana; esa otra Habana donde me hice mujer. Ciudad de cartón y piedra. Caricatura de una Cuba inexistente. El Versailles ya no es como el de mis años de adolescencia. Ahora nunca entro al enorme salón. No puedo encender un habano, debido a las nuevas restricciones a favor de los humofóbicos en USA. No puedo, como cuando tenía diecinueve años, quedar ensimismada ante el zoológico humano con olor a trópico que saturaba el restaurante, el incomparable carnaval que pasaba ante mí, perdida en aquel mar de miradas, multiplicándome en la miríada de espejo-paredes. Rodeada de perlas, bucles y encajes aprés la zarzuela o el ballet; trajes de tres piezas y portafolios a la hora del desayuno o el almuerzo, y campañas patrióticas a toda hora. Sin tocar mi vida más allá de los saludos de ocasión. Disfrutando de un grueso puro en mi rincón favorito. Oloroso y compacto, firme al tacto, que se desvanecía en bocanadas de humo. Con esa simple actividad desencadenaba agitaciones y furiosos comentarios por parte de casi todos... una mezcla de asco y envidia que no por frecuente dejaba de maravillarme.-- Tomado de 69: Memorias eróticas de una cubanoamericana

martes, 16 de agosto de 2005


TV or not TV

Hedionda mediocridad

Por Rosie Inguanzo

Abro el I Ching y leo el dictamen: “Alza de los necios, dominio de las fuerzas hostiles”. Aconseja, además, una retirada activa, que prepara el viraje, el cambio. José Antonio Evora le tira con el rayo a "El vacilón de la mañana". Lo hace con respeto y aguzado oído crítico. Luis E. Palacios recrea ironías sobre otro aspecto lamentable: los medios televisivos hispanos. Lo que no impide que mi adorada madre, vaca feliz, encienda su televisor a todo volumen para disfrutar a plenitud de una jueza mal educada, gritona y soliviantada. Esto me sube ínfulas ortegasianas: Ortega y Gasset creía que "las masas" deben ser dirigidas e inspiradas por una "minoría egregia" y proponía soluciones a través de su crítica. Ruego al Dios de los miamenses que esa minoría crítica que se da cita en Zona Franca no se sufrague en intereses y prejuicios. Y es que el reconocimiento de la mediocridad del “hombre masa” es compatible con el respeto (a veces con el amor o la compasión). Justo ahí comienza a evidenciarse el antagonismo, las diferencias abismales que nos distinguen del no-semejante. No me cuido de señalar facciones: Hay que cumplir con el deber, cortar de tajo. No obstante, el corazón que es solidario piensa constantemente.

lunes, 15 de agosto de 2005

5 CDs para cinco humores

Por Alfredo Triff

Inkieta sugirió hace unos días que habláramos de música. Se me ocurrió la idea de recomendar “música para humores”. Sí, la música te lleva a ciertos lugares afectivos. ¿A qué música le corresponde lo (1) dramático, (2) efervescente, (3) sensual, (4) hipnótico y/o (5) culto-literato? Tomo libertades: (1) Tina Turner con “River Deep Mountain High”, es conmovedor y teatral. La onda de la mulata es puro fósforo celeste. ¿Puede explotar la faringe? Casi, en A Love Like Yours. (2) “Life” de Cardigans... para celebrar con una risa permanente. Con tragos y tu geva (o gevo), pon la música a todo dar y vete a un espacio espumante dentro de la mejor parte de Jules et Jim de Truffaut. De los mejores CD’s de los 90. (3) Tienes que volver a oír “What’s Going On” de Marvin Gaye, el mejor álbum de soul de la historia y el #6 del rock de acuerdo con Rolling Stone Magazine. Esta música del alma es hecha con un decoro que fascina. Gaye te lleva por el sueño americano, el gueto, el medioambiente, la brutalidad policíaca, la pobreza. Un manifiesto para siempre. (4) A veces estamos para la inercia, el sopor. Te recomiendo “Inside Out” del grupo Yo La Tengo. Consonancias sobre acordes lánguidos, tristes, socavados con el eco de la noche en el desierto, introversión magna. Ojo, acompáñalo con humo denso. (5) ¿Te sientes culto? Ampárate entonces con “Astral Weeks” del irlandés Van Morrison. El disco es biográfico... creces en Belfast cerca de la misteriosa “Mrs. George” y... bueno, descubre tú. Voz joven -frágil- en sándwich con guitarra acústica, caprichosamente rítmica y blusi que te transporta a un pub de mala muerte, Kells o Beckett’s o Murphy’s, y estás tú solo. Claro, acompaña eso con lague, que es una gema. Que conste, no tenemos negocio con Amazon.com.

domingo, 14 de agosto de 2005

La dura tarea de conservar




Por Rafael Fornés

La faena de la arquitectura en Cuba no es fácil. Hay decenas de profesionales que a duras penas, mantienen una labor de restauración y documentación encomiable. Conviven, literalmente, en medio de las ruinas (como salidos de un grabado de Piranesi). Ese es el caso del veneciano Roberto Gottardi, quien se empeña --contra viento y marea-- en terminar su escuela de artes dramáticas (por más de cuarenta años sigue elaborando cientos de bocetos y maquetas). A propósito del billboard "Revolucion es construir", quería mostrar el estado una obra maestra, producida después del 1959: me refiero a las escuelas nacionales de arte en Cubanacán. De acuerdo con la anécdota, la idea surge cuando Fidel y el Ché fueron a jugar golf al Havana Country Club. Maravillados ante esos jardines, decidieron el proyecto de cinco escuelas de arte: danza moderna, ballet, artes plásticas, música y artes dramáticas. Tres arquitectos se encargaron del diseño. El camagüeyano Ricardo Porro (exiliado en Venezuela) invita a sus amigos italianos Vittorio Garatti y Roberto Gottardi a unirse en la aventura tropical. Como pasa en Cuba, sólo se terminó la escuela de artes plásticas y danza. El resto del proyecto fue censurado y abandonado; las escuelas condenadas a las ruinas. Los italianos corrieron la peor suerte. Aún en ruinas, se destaca la abundancia de detalles y espacios barrocos borrominescos. Sorprende la organicidad, nos invade esa teatralidad medieval de las artes dramáticas. Obras de importancia arquitectónica como esta, merecen ser protegidas.
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sábado, 13 de agosto de 2005

Dudar... dejar


Por Alfredo Triff

Es tarde, la gente duerme. Le cuesta trabajo conciliar el sueño. Ahora ve su mesa. Al otro lado está el librero, convertido en especie de portacosas: fotos de seres queridos que se amontonan, su pipa, su colección de máscaras y soldaditos Jarvis... lo inerte, lo básico. Ojalá todo fuese tan fácil como saberse rodeado de tantas golosinas. Pero hay preguntas espinosas que acechan y le da miedo afrontarlas. Algo siempre espera pacientemente detrás de la apariencia. Y hasta esa pregunta -ahora- le parece inocente (supone que detrás de lo exterior existe algo cierto, fijo). No está muy seguro. No por lógica, sino por digestión. Ha rumiado el asunto y hay cosas de las que no se fía. Le queda muy poco –a no ser impresiones corrientes, las opiniones de algunos amigos y otras recogidas en los libros. Su pasatiempo favorito a estas altas horas es dudar. Dejar que la mente se interponga entre lo tácito y la subversión de las cosas. Un buen día, algo obstruye la mecánica común, todo se descompone. Entonces surgen preguntas que no se hicieron antes. Un catarro que no termina, un dolor en las rodillas, y comienza a dudar de sí mismo. Ante esa fragilidad no bastan respuestas simples. Quizá de tan simples hay que buscar otras. ¡Estamos solos! ¿Será mejor pretender? Que nadie sepa la verdad. Cortar por lo sano y olvidar. Es de noche y sus libros lo acompañan. Parece aburrido... pero en este instante piensa que ha pensado bastante. El sueño se cierne suavemente, como una vaga promesa. Mañana será otro día.

viernes, 12 de agosto de 2005

Algunos se soplan

Por Ermigio Benveniste

Este mes, el Times online comenta lo que constituye el tratado más largo que se conozca consagrado al beso —Opus Polyhistoricum. . . de Osculis. El sabio alemán Martin von Kempe (1642-83) amasó 1,040 páginas llenas de citas y fuentes clásicas, bíblicas, legales, médicas entre otras, en su empeño de publicar una enciclopedia del beso. Más de veinte tipos fueron listadas por Von Kempe. Entre ellos se cuenta, 1- el beso de la veneración, 2- el de la paz, 3 - los dados por cristianos a imágenes y reliquias, 4 - besos paganos a sus ídolos, 5 - el beso del pie del Papa, 6 - el besuqueo entre superiores y subalternos, 7- los besos de ceremonias académicas, 8 - el beso lujurioso de los amantes, 9 - el chupetón adúltero, 10- el babeo de las parejas, 11- el muá de la conciliación, 12- el beso del contagio, 13 - el beso hipócrita, y 14 - el beso de Judas. Un beso puede darse en privado o en público; por hombres a hombres, hombres a mujeres, mujeres a mujeres, adultos a niños -o viceversa. El besuqueo puede ser unilateral o recíproco. ¿Lugar? En los labios, en la mejilla o en cualquier otra parte del cuerpo. Algunos besos se soplan. El beso consigue expresar deferencia, obediencia, respeto, acuerdo, reverencia, adoración, amigabilidad, afecto, ternura, amor, superioridad, inferioridad, incluso, un beso puede insultar. Freud estimaba que el beso representa un retorno a ese resguardo del pecho materno. Los protestantes en el siglo XVI dejaron de besarse completamente. Después, besarse era raro entre los hombres. Últimamente el beso ha perdido su carácter chamanístico para ganar en erotismo. ¿Tiene algo que ver la higiene dental con el desarrollo moderno del beso? Seguramente. La boca se ha vuelto más limpia, más apetecible. La halitosis, o la “peste a boca” casi ha desaparecido en occidente (las dentaduras marfilinas de Hollywood, hechas con modelos computarizados, así lo prueban).

jueves, 11 de agosto de 2005



Life in blogolandia

Por Alfredo Triff

Buenos días Miami. Blogolandia se impone en China. Todavía problemas en Miamilandia con blogochisme a la hora del trabajo (¿anti ético o moralmente dubio?) Bloguear es –máxime- ejercer la tabla, tener coraza. Cuídate, responde en cofradía, con parábola ecuánime y popular. “La tangente ni traiciona ni se revienta”. De paso, felicito la fortaleza po®®oepidérmica de Fornés, Alcides y Amílcar. Idus del verano, ¿qué pasa con los pintores (literatos y dramaturgos luego) del ghetto cubano? Mi cándida glosa: Con raras excepciones --como dice el Fernan—“aquí no se pinta en inglés.” ¿Lenguaje? Sí, pictórico-representativo más que nada. Mucha gente pintando indulgentemente (como si no hubieran llegado a la yuma... salvo excepciones, los ochenta se quedaron ochenta en los noventa. Too late). Les pasó por arriba (“nos”) el performance art, el minimalismo, fLUXUS y el arte/video. Cambia de temas, adáptate... los tiempos permutan las cosas. Traduce lenguajes, no te fosilices en el pasado --“Acere, ese es mi estilo”,-- ni tanto, estilos permutan; copia a Francis Bacon, que en los 40 destruyó toda su obra anterior. Tampoco te hagas esbirro de la boga o del kitsch. Finalmente, se me ocurre que habrá que escrutar (¿nuestro primer congreso en Septiembre?) ese ángulo travestí que brinda compartir. Devenir blogosimultáneamente en hombre, mujer, viejo o púber, blanca o negra, objeto o sujeto, tema o antítesis, es mucho para ponenciar a su debido tiempo. La libertad -más allá de género, sexo y biocapacidad -de la nueva clonación ontológica del siglo.

miércoles, 10 de agosto de 2005

Lo que el tiempo se llevó



Por Zoila Clark

Son las 4 de la tarde: hora de manejar a casa para evitar el tráfico; pero he decidido que sea la hora de rescatar, mediante la escritura, una memoria que escribo y re-escribo en mis recuerdos, cuando me queda tiempo para recordar. Recuerdo que Toñito y yo hacíamos carreras con nuestros chachi-cars y jugábamos con las muñecas, los soldaditos, las tacitas y la cocinita, las pistolas, los bloques de construcción y hasta con los gusanos de tierra del jardín. Era genial poder continuar los juegos al día siguiente si oscurecía. No había diferencia entre los días de la semana, ni había horarios fijos en un calendario. Además, las horas fijas que existían me gustaban mucho: la hora de levantarse a jugar, la hora de comer para seguir jugando, y la hora de dormir para jugar al día siguiente. ¿Por qué nos envían a esos lugares llamados colegios donde se multiplican las horas pero dónde ya no hay tiempo para nada? De nada servía rezar para que mi madre se olvidara de llevarme al colegio. La profesora nos decía que hay una hora para ir al baño, otra para comer, otra para hacer preguntas, otra para copiar de la pizarra; muchas horas diferentes contadas por el reloj y sus números. En casa se crearon horarios de hacer las tareas y ver televisión. La hora de jugar con Toñito había empezado a perderse... Una vez lo vi jugando fútbol en la calle con unos niños, lo llamé varias veces para jugar juntos, pero se puso muy rojo mientras sus amigos reían. Entonces me di cuenta que la hora de jugar con Toñito se me había perdido en los números del reloj.

martes, 9 de agosto de 2005


La vagina dentada

Garganta o vagina

Alejandro Robles

1- Nuestro cuerpo sólo permite dos metáforas, extremas: garganta o vagina. Todo entra y sale de la garganta. Sospecho que los hombres somos sobre todo garganta. Sólo las mujeres gozan del privilegio de ser a la vez garganta y vagina. Los labios y la lengua, el falo y la caricia, el sudor y el semen se detienen siempre en la vagina; no pueden atravesarla. Regresamos una y otra vez a la vagina. En la pornografía las mujeres deben convertir su vagina en garganta, en un órgano por donde todo pasa y se desprende sin dejar huella. 2- Mi obsesión por tragar el cuerpo de las mujeres me convierte en garganta, mi anhelo por retenerlas me convierte en vagina. 3- Los hombres pueden ser o fálicos o encefálicos.

lunes, 8 de agosto de 2005

Debajo de las burkas

Por Alcides

Se mantiene, camarones alfredo, en lo de la síntesis. Yo atestiguaba para mí, entre leones flacos, previendo la hora de mi poder. Se mantiene y describe las actitudes, sólo por esta noche [...] Vamos a recoger un premio, vamos a conocer la nieve, vamos a entrar en la biblioteca. Por una emigración del animal, por la alegría del animal, por la 75. Vamos a subir y bajar lomas, vamos a cruzar el Tennessee [...] Mi amor se escurre en lo provisional, en el mandato físico. La vida está empezando, está acabándose. La muerte y el lío del corazón, frente a la nada, contando las gallinas por última vez. Su punto de giro: tenía fiebre y la guagua dobló en la 26, rezó a la Virgen y mejoró [...] Es una bruja pero también, lo sé, una mujer simple. No quiso contagiarme pero lo hizo. Hay una puerta y ella está a ambos lados. Like a bird on a wire, vive en el tiempo y fuera de éste, azul. Mi banda, comprada en el mercado de la Basílica, nos unió una noche, dos noches. Si la extraño alcanzo a verla en la oscuridad [...] Ya no dirá “metástasis” antes que yo. Pasó la guerra. No me estimulan los bonos del Tesoro. Debajo de las burkas, la mujer interior, que es bien intencionada, sufre por ella y por la tierra [...] Esta es la libertad: describir la arepera antiadherente, por mencionar algo, en vez de la venganza de un policía. Esta es la sensación: que la cultura nos va sacando todo. Cuando regreso del mercado o lo veo en un sueño, me desamarro alguno de los collarcitos. Esta es la libertad, por mencionar algo: no escribe tu nombre ni recuerda la noche en que te parieron [...] Vaca negra, vaca blanca. Nuestra heredad era la mente arriba de un camión, la mente despierta. En mis apariciones atestigüé la fugacidad. En las casas del vino, como un ejemplo de lo que se pierde, pensaba esto: “Voy a mirar el río de agua nueva, por la Quinta; las hojas nuevas en los árboles viejos”.

domingo, 7 de agosto de 2005

Elogio al cliché

Por Manuel Sosa

De un tiempo a esta parte, a lo largo y ancho del país, la abrumadora mayoría de nosotros nos encontramos enfrascados en mantener a raya, a toda costa y a como dé lugar, el mundanal ruido como ejemplo a seguir. Para nadie es un secreto que reverdecer laureles no significa pasarse de listo en toda la extensión de la palabra. Sin lugar a dudas, poner manos a la obra cobra importancia a ciencia cierta. Trabajar con tesón y ahínco, hacer acto de presencia y vestir las mejores galas vale la pena. Cerrar filas en torno a un amigo entrañable es cumplir a cabalidad una ardua tarea y es prueba irrefutable del papel preponderante de este acto de legítima defensa. En un abrir y cerrar de ojos damos respuesta contundente a la catadura moral de ese nutrido grupo que se duerme en los laureles sin ventilar sus asuntos. ¿Error garrafal o éxito rotundo? ¿Humillante revés o cerrada ovación? A pasos agigantados hacemos valer esta tarea priorizada. Un esfuerzo sobrehumano, un aporte significativo o algo por el estilo. Dejar constancia del apoyo incondicional es ejemplo imperecedero de los ingentes esfuerzos en el diario quehacer. Hacer uso de la palabra bajo llovizna pertinaz es otro ejemplo palpable y latente de un momento crucial y una calurosa bienvenida. Más bien, favorable acogida tras una larga y penosa enfermedad. Peinar canas tras cruentos combates es seguir al pie de la letra la encomiable labor de nuestra unión inquebrantable. Por estrecho margen someten a votación esa verdad insoslayable. Viene la aplastante derrota y luego el rechazo enérgico en la recta final. Si cunde el pánico se trae a colación el análisis detallado de los avances significativos bajo óptimas condiciones. Falta rogar encarecidamente que las medidas drásticas no afecten los módicos precios. La suerte está echada.

sábado, 6 de agosto de 2005


Oeste

Este

A rumbo

Por Pedro Portal

Recorro la ciudad rumbo oeste, una tarde de agosto, atardecer que despide el caluroso día. Miami, hermosa y apacible se muestra desde la cima del puente, atravesada por el río. De regreso, rumbo este, maquinarias demoledoras llenan la noche de estruendos contra el susurro rojizo del viento.

viernes, 5 de agosto de 2005

Por tumiamiblog (late at night)

Picasso dijo una vez: “Quisiera pintar como un niño.” Ayer, en Maxoly, con los socios: Bofill (la voz sinónima de Miami) y la ganga bohemia des artistes SW-NW: El Vizca y Tere (con panza), el Fernan (más filósofo que nunca), Gonzalito (pintura bajo el brazo), Consuelo (con pelo blanco refulgente a-lo Twiggy), el Conde (reciente dandi de Miami) y Noemí, Gustavo y Tatiana, Lyle (el socio galerista dominicano y perrero de los buenos). La muestra demuestra el trabajo de amor por los niños de Lourdes Porrata, Roberto Montes de Oca, Adriano Buergo y Ana Albertina Delgado. Three summer programs. ¿La tarea? Adiestrar la vista, concienciar la mirada, afilar el pulso, colaborar. Imaginé un extraterrestre (fascinado en medio la 8) apuntándome: "Isn't this art?" Pequeñas telas, papel, cartulina, pintura, creyón, tinta... lo que sea. La cosa es hacer, ver, ejecutar, constatar. El talento sale por los poros. Busca... las firmas son testigos: tímidas, caligráficamente inocentes, por ejemplo: Naibet 2005.
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Una tarde con Leon Krier

Por Rafael Fornés

El arquitecto luxemburgués León Krier, ha diseñado el anexo a la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Miami. Es una obra histórica que juga "a hacer ciudad" con un simple edificio y un costo reducido. Recuerdo que un día de presentaciones en la Universidad de Miami, se me ocurrió invitar al poeta cumanayagüense Néstor Díaz de Villegas. Convenimos encontramos en la biblioteca de Phillip Jonson (lugar al que Néstor era adicto). Allí cogimos el state of the art Metrorail hasta University Station. Al llegar, ya la cosa había empezado.... Michael Graves, una de las estrellas del postmodernismo yuma. Después le tocó el turno a León: brillante, lleno de ingenio, intolerante con la mediocridad. El jurado le cuestionaba que su estilo historicista no se avenía a la estética tecnológica contemporánea. León contestó: “Señores… para conectar una computadora lo único que se necesita es un tomacorrientes -y a veces ni eso. Soy un creador de formas y no ando mirando a qué período pertenecen... las empleo como convengan.” Liz, la decana, le disparó: “¿León, podrías diseñarnos –además- los muebles para el Auditorium?” León le respondió: “Diseñar muebles es tan difícil como diseñar una ciudad.” Al final, Joana Lombard me pidió que acompañara a León hasta la escuela. Le aclaré que yo era un tipo peatonal y me dijo: “No importa llévalo en el microbús.” León, Néstor y yo esperamos la guagüita... que no venía. Entonces, León propuso que fuéramos a pie y salimos caminando. Cuando le presenté a Néstor, León abrió los ojos y exclamó: “¿Poeta? ¡Todos los poetas que conozco están muertos!” Durante el camino comentó que lo habían dejado loco los bohíos cubanos. También le llamó la atención una manilla tipo negroide que Néstor lucía en su muñeca. El poeta, sin titubear, le regaló su manilla de cobre "anti–artritis" de Pharmacy Discount, quien se la puso enseguida muy contento. Más tarde le pedí al maestro que me explicara ciertas ideas... entonces garabateó bocetos en una postal que conservo como encantador souvenir de aquella tarde.
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jueves, 4 de agosto de 2005

De Miami, Morningside

Por Amílcar Barca

Soy puntual. La recojo de su celda, un discreto apartamento, no lejos del mío en Coral Gables. Baja las escaleras y me saluda con un beso. Yo le correspondo con dos (... ustedes apreciarán que venga de España); ella sonríe. Comemos en Matsuri. Nuestros ojos siempre conectados. Yo, a menudo, ausente. Entretenido en humedecer el sashimi y el tempura con la salsa de soja. En apariencia la intención es sencilla: conversar sobre la ciudad, pero ella... “Me voy a Atlanta. Hay un hombre que me espera”. Con las manos siempre ocupadas con los palillos, cita la pasión de su nuevo encuentro, hablamos de los círculos que la vida nos muestra. Cuando la segunda jarra de sake entra en la mesa, la conversación aparece tan clara como el vino. Entonces, respeto su violenta y elegante elocuencia. Nada sabe de su don Juan. “En Perriconis preparan un exquisitos canolis de riccota fresca”, le digo. Esto la tranquiliza Nos sentamos en el jardín. Ella ordena un Jack Daniels y yo una manzanilla con anís. “Quiero a Angels. Es la única mujer que puedo compartir la cama y la tarde indistintamente...” Entonces el bourbon y el hielo se ausentan del vaso, el olor a madera quemada florece en mi camisa. “Dijimos que hablaríamos de la ciudad”, digo. Con la voz entrecortada por que nos miran contesta :“!Lo único que me interesa de esta ciudad, fue lo que construimos unidos en Morningside!”. Una vez más, la intención devenía aparente y cargada de emoción; lo común del encuentro había sido, simplemente, omitir a Miami durante la cena. Esta amante de piel de concreto, una vez más, regresa a la obra de Tirso de Molina.

miércoles, 3 de agosto de 2005

La doble


Por Marta Pérez

Di algunas vueltas por el estacionamiento hasta que parqueé en el cuarto piso del Gold Parking. Aquel día tenía mi presentación oral en la clase de antropología y retoqué una vez más mi maquillaje y peinado en el espejito del carro. Estaba nerviosa, nerviosísima, como siempre ante cualquier tipo de examen, pero con tiempo suficiente para repetirme que todo saldría bien. Salí del carro y me dirigí al elevador. Cuando llegué -- algo inusual a esa hora de la tarde-- no había nadie. Entré y marqué el primer piso. Se abrieron las puertas del elevador y todo me pareció extraño: tampoco había personas esperando, ni las conversaciones que siempre se escuchan, monotonías ambientales. Había un vacío de sonidos. Estaba sola. Asomé la cabeza, miré a derecha e izquierda y no reconocí el lugar. Me dije: “No, no es aquí”, y me dispuse a entrar de nuevo en el elevador cuando algo me detuvo. Recordé haber visto un objeto conocido: la vending-machine, a la izquierda. Miré de nuevo y allí estaba. “Parece que es aquí”, me dije. Salí hacia el edificio Green Library con la sensación de estar en otro lugar distante. ¡Qué extrañeza! Traté de orientarme mirando, cerciorándome de las cosas y las personas que se cruzaban en mi camino, buscando mi realidad. Cosa extraña, me crucé con una chica igual a Betty, mi excuñada de Cuba. Tenía en sus mejillas las mismas manchas rojas que le salían cuando tenía estrés. Era tan grande su parecido a Betty que llegué a dudar; pero no, no podía ser Betty, ella está en Cuba y además es comunista, o al menos eso aparenta. “¿Será ella?” Una voz interna me dijo: “Todos nos repetimos, Betty, tu…Pablito. ¿Ah... sí?” Sentí que caminaba un espacio “neutral”, un Miami donde podía encontrar a personas que deambulan en mi historia y que, por supuesto, están vivas (“Gracias a Dios”). Así llegué al edificio. Cruzando el umbral, a lo lejos, ví a Edgardo; respiré profundamente aliviada: estaba en FIU o al menos, había llegado a mi meta.

martes, 2 de agosto de 2005

Hablemos...

Por Rosie Inguanzo

Hablemos del dolor. Aunque me haga parecer inocente y vulgar (esa debilidad sensual). No hablemos de la alegría sino de la tristeza. La triste alegría. El conocimiento del dolor no me hizo todo lo fuerte a toda su fuerza. ¿Qué le sé al dolor? Es solemne, su banalización es la tragedia, porque lo desangra antes de tiempo, lo debilita –por eso quizás se puede ser feliz mientras se sufre. En un principio éste me fue tallando la alegría que de vez en cuando me recuerda de qué estoy hecha. El dolor de la locura, que es estar aturdido de dolor. El dolor de contemplarnos frágiles y en lo oscuro, de dar tumbos a ciegas para dar con nada, de beber en mi propio cuerpo la metáfora de un dolor salvaje, del origen del dolor y del grito de Whitman contra todos los techos del mundo. Es esto lo que más me gusta en los ojos (me gustan las nubes en los labios), me cautivan –de susto—sus hijos.

lunes, 1 de agosto de 2005

Chiste, torpeza y terrorismo

Por Ermigio Benveniste

El joven etíope-británico Osman Hussain acaba de confesar que su intención “no fue matar a nadie en el metro”, en los actos del último 21 de Julio en Londres. Su deseo fue sólo “asustar” a los matutinos transeúntes londinenses. Hussain debe ser un bofe. ¿Sabían que existe una relación entre la torpeza y nuestra capacidad de evaluarla? En un estudio del Journal of Personality and Psychology de Diciembre de 1999, el doctor David Dunning (Cornell University) admite que “la ignorancia es una bendición.” Por lo general, 1- la persona torpe sobreestima su habilidad y, 2- le es difícil reconocer su propia ignorancia. Para probarlo, se prepararon una lista de chistes que iban desde “grotesco o pesado” hasta “bien chistoso”. Le pidieron a 65 individuos que evaluaran la lista. Los resultados (que fueron enviados a un panel de comediantes) arrojaron que los entrevistados no tenían el más mínimo sentido del humor, y encima, se creían chistosos. La conclusión del estudio es que la gente torpe no sólo no reconoce su incompetencia, sino que le es difícil reconocer el talento de los otros. ¡Ah! Y de paso, son pesados. ¿Te has topado con alguien así?